miércoles, 7 de octubre de 2009

La ciencia española NO necesita tijeras.

Doña Ana, profesional liberal, cuarentaytantos ya muy largos que aparenta 20 menos, católica no demasiado practicante, socia del club de golf, asidua a saraos y presentaciones, no pudo dormir bien aquella noche. De hecho apenas si durmió pensando en su madre. Siempre le habían dicho que se parecía mucho e incluso las confundían con hermanas, bendito ADN pensaba ella, que se veía manteniéndose estupendamente dentro de unos años. Pero su madre ya no estaba, había muerto en un visto y no visto hace 10 años, un cáncer, fulminante, no aguantó ni dos meses.

Estaba sola en casa, se había divorciado ya hace unos años, y sus dos hijos estudian fuera, uno en Barcelona y el otro se había ido de erasmus. Así que toda la noche estuvo dando vueltas al enorme y vacío piso. Aquella mancha en el brazo que al final se decidió a enseñar a un amigo médico y que ya llevaba unos meses mirando con desconfianza. Y la visita al dermatólogo, con el corazón en un puño y sabiendo lo que le iba a decir. Aún necesitaban más pruebas y de eso hacía dos semanas. Ella ya sabía que era un melanoma, su madre había muerto por ese tipo de cáncer, sabía que no hay una buena cura, que era un cáncer rápido, difícil de tratar y muy mortal.

Doña Ana se sobresaltó cuando tocaron el timbre, bajó y subió al coche, ella no conducía, razones de seguridad le habían dicho, desde entonces su compacto BMW estaba criando polvo en el garaje. En silencio fue todo el trayecto hasta la consulta del prestigioso doctor. Solo pensando en su madre, en esos dos últimos meses, la cirugía, las primeras químios, la rápida metástasis y luego los cuidados paliativos, todo había sido muy rápido. Se preguntó que sería de sus hijos, como lo llevarían, si su ex podría hacerse cargo de todo...

Cuando entró en la consulta no hizo falta que le dijera nada, se vio en su cara. Doña Ana, Anita en su circulo más cercano se hundió en el cómodo sofá que le ofreció y lloró en silencio. Al cabo de un rato que no supo cuanto duró levanto la vista y preguntó directamente.

-¿Cuanto me queda?
-Bueno -respondió el doctor- eso es difícil, hay que ver como evoluciona y si,
-¡No sea compasivo! -cortó Anita y volvió a llorar, balbuceando siguió- usted sabe que mi madre murió de esto.

Anita se acordó de las largas mañanas al sol en la playa con su madre untadas en aceite de coco para acelerar el moreno, de las cabinas de bronceado rápido para mantenerse dorada todo el año, de tantas estupideces, del eso a mi no me pasará.

-Doña Ana, no se preocupe, la ciencia a avanzado mucho, ya hay tratamientos efectivos para muchos de los melanomas- Anita no dijo nada, solo miró con sus preciosos ojos azules ahora bordeados de rojo.
Al cabo de unos minutos pudo volver a hablar, ella no tenía formación científica pero cuando su madre enfermó buscó mucha información al respecto. -Pero no hay tratamiento efectivo, los mecanismos que regulan el melanoma y su metástasis son desconocidos.
-Si, pero gracias a las técnicas de PCR se ha podido avanzar en la oncogénesis.
-No entiendo bien que quiere decir doctor.
-Lo que quiero decir Anita, si me permite llamarla así, es que en los últimos años en algunas universidades europeas y americanas se han mejorado mucho éstas técnicas de estudio, y que un buen grupo de investigadores ha logrado detectar algunos de los genes y mecanismos implicados en el melanoma. Eso ha hecho que las farmacéuticas puedan desarrollar tratamientos más eficaces para muchos de los tipos, ya que no todos los melanomas son iguales. Es decir gracias al estudio de la oncogénesis ahora conocemos mejor los mecanismos y se han podido desarrollar tratamientos efectivos.
-Doctor, usted sabe que mi gestión pública en mi trabajo está muy cerca de la salud, y en cierta medida de la cienca, ¿como es que esto no se sabe? ¿Porque no ha salido en los medios de comunicación? Me gustaría saber quien es el descubridor.
-¿Descubridor? No hay un descubridor o descubridora, hay muchos, cientos, son pequeños grupos por todo el mundo.
-Y todos trabajan juntos- cortó Anita.
El doctor esbozó una sonrisa más bien triste.-No diría eso, más bien compiten, todos necesitan publicar antes que los demás, están luchando por las subvenciones, quizás si realmente pudieran trabajar juntos estarían todos resueltos, pero eso es una quimera. De todas formas, no quiero darle falsas esperanzas, aún tenemos que hacer un análisis para ver si su cáncer forma parte de alguno de los estudiados, pero hay esperanza.

Doña Ana, Anita para los amigos, salió del despacho y montó de nuevo en su coche oficial. Cerró los ojos, estaba agotada, los sentimientos se entremezclaba, tan pronto tenía la esperanza de que su tipo de melanoma estuviera en la lista, como a los minutos lloraba por si no lo estaba. Fueron pasando calles, y mirando a su alrededor vio muchas obras, mucha gente con prisa, las fábricas echaban humo al fondo. Si, su gobierno no lo había hecho tan mal después de todo, habían sacado al país de la crisis. Es cierto que tuvieron que sacrificar cosas, pero antes no parecía tan importante. Ahora rezaba a un dios en el que no terminaba de creer, para que lo suyo no se hubiera quedado fuera. Se arrepentía de aquella votación en los presupuestos, de pensar que la ciencia podía esperar un poco. De que unos años a medio gas tampoco iban a ser tan importantes. Además dicen que viene otra crisis, que el modelo sigue siendo el mismo y que no hay respaldo tecnológico para este país. Que se vuelve a ir a la mierda, y que quizás ella se está muriendo.




Dedicado a mi novia Ariane, que sin saber si dentro de tres meses podrá seguir cobrando, sigue cada día en el laboratorio, de 7:30 de la mañana hasta las 20:00, de lunes a viernes, acudiendo los fines de semana la mayoría de las semanas. Gracias cariño, estoy orgulloso de ti, y lo estaré siempre. Tu granito de arena ayuda a salvar vidas.

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